Solidaridad cubana para todos: Método cubano de alfabetización

lunes, mayo 21, 2007

annis

Método cubano de alfabetización


El método Yo, sí puedo deja de ser un instrumento exclusivo para países pobres. En España se dan los primeros pasos para su implementación.




De las orillas del río Guadalquivir, en Sevilla, España, saldría el Almirante con sus naves rumbo al nuevo mundo. Transcurridos cinco siglos de su encuentro con América, algunos pobladores de la región europea «temen» que por las márgenes del Guadalquivir les llegue otro conquistador, solo que no comprenden que en este caso se trata de uno muy noble.
Cartel empleado en la divulgaciónde la campaña.
La «sospecha» nació luego de que el Ayuntamiento de Sevilla anunciara en conferencia de prensa que se trabajaba para aplicar el método de alfabetización «Yo, sí puedo», desarrollado en Cuba.
Francisco Manuel Silva y Miguel López Adán, quienes se desempeñan como funcionarios del Ayuntamiento de Sevilla, comentaron en diálogo con este diario que de los 708 000 habitantes censados en la capital de esa región española, unas 15 000 personas no saben leer ni escribir y casi 331 000 ciudadanos carecen de título académico alguno, ni siquiera del nivel primario.
Existen, además, unos 40 000 pobladores de los que solo se sabe que están vivos y habitan aquellos parajes. Los jóvenes especificaron que las cifras de analfabetos pueden ser mayores, pues las estadísticas solo reconocen en esa categoría a quienes no saben firmar. En el año 2003 el Partido y la Juventud comunistas de Sevilla supieron de la existencia del método cubano de alfabetización, pero no fue hasta el 2005 que algunos de sus miembros pudieron presenciar en Venezuela la aplicación del Programa, en los días del XVI Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes.
Sorprendidos por la rapidez y el entusiasmo de los venezolanos que se adentraban en el fascinante mundo de las letras y los números, la delegación participante en el Festival contactó con representantes cubanos del Método. Lo hicieron con urgencia, y en medio de los agitados días del cónclave se plantearon una iniciativa atrevida: llevar la experiencia al Viejo Continente.

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