Solidaridad cubana para todos: septiembre 2006

viernes, septiembre 29, 2006

annis

Operaciones de la vista en Cuba le han cambiado la vida

José Juan Pineda sabe lo que es cargar sobre su ánimo todo tipo de apodos alusivos al estrabismo con que nació; para él, 26 años no le fueron suficientes para acostumbrarse a todo tipo de agresiones verbales que recibió de propios y extraños, de niños y de adultos, de profesionistas.
“Socialmente es tremendo tener un problema como el mío, de una niñez de burlas, una adolescencia pésima y ya como profesional las burlas de la gente siempre estuvieron presentes; hasta los mismos ingenieros que eran mis compañeros de obra me decían: ‘Tienes un ojo haciendo mezcla y otro pegando ladrillo’, el apodo más recurrente era ‘norno’, porque me decían que tenía un ojo en el norte y otro en el noreste; desde chiquito siempre me dijeron ‘bizco’, es doloroso, traumático vivir así, ya que la gente no entiende que son defectos con los que uno nace y aunque la ciencia ya está bien adelantada, no hay recursos que alcancen para hacer uso de los adelantos clínicos, por eso ahora, ya con los ojos en su lugar, no me canso de bendecir el momento en que los médicos cubanos cambiaron toda mi vida.
El ingeniero victorense es uno de los 300 tamaulipecos que han sido beneficiados con la Operación Milagro, que el Gobierno cubano y organizaciones latinoamericanas como el Partido del Trabajo están llevando a cabo en Tamaulipas:
“La verdad que cuando uno tiene toda su vida con un problema en los ojos y de pronto en cuestión de meses, resuelve lo que ni en sueños pensó, no se cansa de agradecer y bendecir las manos de los médicos cubanos que hicieron posible el milagro de transformar mi vida, pues a pesar de los esfuerzos que siempre hice por llevar una vida normal, con tantas agresiones recibidas la autoestima siempre estaba en el piso; lo que ahora ya a cambiado, y junto a mi esposa y mis dos hijos, soy plenamente feliz; pues pude constatar que Dios existe y se manifiesta en donde menos uno espera.
Al igual que el ingeniero, Doña Socorro Perales Roco, a sus 67 años de edad, da testimonio fiel “de que los milagros existen”.
“Soy diabética y ya me estaba quedando ciega, pues para gente como uno es imposible pagar a médicos privados la operación y en las instituciones de salud no hay manera posible de una atención rápida y adecuada; tenía ya muchos años con cataratas en los ojos; sólo quien lo vive sabe lo que eso significa; en mi casa ya estoy a la buena de Dios, pues aunque tengo cinco hijos cada quien ya a hecho su vida, lo entiendo y en la medida de lo posible yo no me dejo caer, le busco por todos lados para sobrevivir, lo mismo hago tamales que vendo cuanta cosa puedo; desafortunadamente en los últimos años con el problema de los ojos, mi situación era tremenda... ahora le doy gracias a Dios que me han podido operar y aunque no estoy completamente recuperada todo va por buen camino”.
De su experiencia en el viaje a Cuba, si algo le sorprendió a Doña Socorro fue el humanismo de los doctores, enfermeras y trabajadoras sociales de aquel país:
“Por Dios que se me alegra el alma sólo de recordar con que cariño y esmero nos trataron, para ellos no sólo éramos un número de expediente, sino un ser humano cuya vida podía cambiar si todo salía bien en la operación y la atención que nos daban; y vaya que lo lograron, pues al regresarme la vista, me regresaron a la vida útil que todos los días me permite levantarme y trabajar para poder sobrevivir”.
Caso similar es el de Doña Juana Facundo Viuda de Flores, que a sus 65 años de edad no se cansa de hablar maravillas de la llamada Operación Milagro:
“Tengo 24 años siendo diabética y como tal ya estaba perdiendo la vista y con ello la vida misma, pues la ceguera no sólo nos impide disfrutar de las bellezas de la vida, sino de seguir siendo útiles y no depender de los demás hasta para salir a la calle o hacer el quehacer de la casa; que era mi caso.
Agrega:
“Aunque yo tengo Seguro Social, nunca se pudo hacer mucho porque yo con mi condición clínica no tenía muchas posibilidades de recuperarme,.eso, a mi edad, pesa mucho, es ver cómo los días pasan y con ello cada vez estamos más indefensos... en eso estaba cuando me hablaron de la campaña que Cuba hace para gente como nosotros... Hoy, gracias a Dios, ya puedo ver... y con ello a mis 65 años las esperanzas de tener una vida digna han regresado...